Revisando nuestro time line de Twitter y nuestro muro de Linkedin, nos hemos dado cuenta que mes sí, mes también, compartimos alguna noticia acerca de algún nuevo estudio sobre la felicidad.
Nos asaltó entonces la pregunta del porqué de este interés permanente de la investigación social (y nuestro) por este concepto tan efímero como inasible y que con tanto ahínco perseguimos los seres humanos.
Claro que, yendo a los orígenes, no es una preocupación excluyente de la sociología, sino que se trata de un concepto que han intentando definir a lo largo de la historia pensadores de diferentes disciplinas –la psiquiatría, la psicología, la filosofía…- y épocas. Desde Sócrates, Platón o Aristóteles en la antigua Grecia, pasando por Kant, Freud o Nietzsche en los siglos XVIII y XX, hasta el recientemente desaparecido Zygmunt Bauman, en nuestros días.
Las claves de la felicidad, los secretos de la felicidad, las ciudades más felices, la relación entre la salud, el clima, los aromas, la música, la edad, el ejercicio, el dinero, la satisfacción laboral y la felicidad son solo algunos de los temas de estudios que llegan en forma de noticias desde diferentes universidades, instituciones internacionales como la ONU, que en 2011 declaró la búsqueda de la felicidad como un objetivo humano fundamental, o institutos de investigación social.
Algunos ejemplos
La última noticia que llamó nuestra atención se titulaba Por qué los daneses son los más felices. En ella se intenta explicar las razones por las que Dinamarca aparece siempre en el primer puesto de todos los rankings de felicidad, a pesar de la dura climatología que caracteriza al país, e incluso a los altísimos impuestos que pagan sus ciudadanos.
La respuesta es un conjunto de varios factores, como la escasez de incertidumbre, un estilo de vida alejado de las prisas, la afición de juntarse de manera continua con amigos y familia, y hasta la bonita estética de cafés y todo tipo de tiendas, que se traslada también a los lugares de trabajo. Tanto es el bienestar en Dinamarca, que allí se ha instalado el Instituto de Investigación sobre la Felicidad, para medir bien de cerca y obtener, tanto con métodos cualitativos como cuantitativos, insights que revelen los motivos de los altos niveles de felicidad, bienestar y calidad de vida de las personas y se puedan extrapolar a otras sociedades.
En otro artículo de La Vanguardia, hace justo un año atrás, nos contaban que estaban en auge las empresas que miden la felicidad de sus empleados, convencidas de que un trabajador satisfecho y que se siente a gusto con su puesto, siempre rinde más, tiene mejor predisposición para ayudar a sus compañeros, reboza positivismo y eso redunda en la productividad de todos. Este es un aspecto de la felicidad que no es nuevo para una empresa de investigación de mercado como la nuestra, en la que nos especializamos en estudiar el clima laboral, siempre tan clave para el éxito de cualquier negocio.
Envejecer te hará feliz, nos aseguraba un titular de El País del pasado verano. La afirmación estaba basada en la respuesta de 1.546 estadounidenses que participaron en otro estudio de la Universidad de California, y que muestra una tendencia a sentirse mejor con uno mismo y con la vida a medida que vamos sumando años y experiencias.
Pero si hay un estudio de referencia sobre la felicidad, ese es el iniciado por William Thomas Grant y finalizado por otros investigadores como George Valliant o Robert Waldinger para la Universidad de Harvard. Se trata de una de las investigaciones más longevas que existe, ya que empezó en 1938 y se extendió hasta 2012, estudiando la vida de dos grupos de hombres, no solo a través de las estadísticas, sino también de sus historias, para analizar aquellos factores que llevan al ser humano a vivir una vida sana, plena y sobretodo feliz.
Uno estaba formado por 237 estudiantes de Harvard, y el otro, por 332 ciudadanos nacidos en las barriadas humildes de Boston. Los investigadores siguieron los pasos de ambos grupos durante los siguientes sesenta años, y analizaron todas las variables que estaban al alcance de su mano, de las mentales hasta las físicas y fueron incorporando también al proyecto a sus esposas, hijos, nietos y bisnietos, por lo que las conclusiones del trabajo incluyen qué significa la felicidad desde los baby boomers del siglo pasado, pasando por la generación X, los millenials hasta la generación Z de hoy.
¿Y qué significa? Lejos del dinero y la fama que dan como respuesta los millenials, el estudio destaca las relaciones humanas saludables y constructivas como fuente de bienestar. El resultado se publicó en el libro Triumphs of Experience: The Men of the Harvard Grant Study.
La felicidad vende
Sea lo que sea la felicidad, si algo queda claro es que seguiremos buscándola y estudiándola a diario. Basta con teclear la palabra en Google para obtener 102.000.000 resultados. Quizás porque está en nuestra misma esencia, o tal vez por aquello que señalaba Zygmunt Bauman: “Los medios de comunicación y la publicidad influyen en nuestro arquetipo de la felicidad. La felicidad, de hecho, es un gran negocio”.
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